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Siguiendo la tradición que venimos manteniendo desde hace ya ocho años en los centros ignacianos de Málaga (San Estanislao, San José y SAFA-ICET), el pasado 30 de noviembre tuvimos en nuestro centro el mini-retiro de Adviento. Esta experiencia fue una iniciativa de los Departamentos de Pastoral de los tres centros (promovida e ideada por Fernando Arjona SJ) que surgió como una forma de conocernos mejor y estrechar lazos entre los miembros de las tres comunidades educativas aprovechando lo más esencial que nos une: la fe. Así, desde entonces, cada trimestre, en los tiempos litúrgicos principales (Adviento, Cuaresma y Pascua), los tres centros nos vamos turnando para organizar y preparar un rato de oración compartida (de aproximadamente hora y media) lo más agradable posible, en el que todos aquellos que queremos y podemos ir, compartimos nuestra vida, nuestro silencio, nuestra oración, alrededor de los materiales que cada Equipo de Pastoral prepara: unas veces más sobrios y personales, otras más interactivos, animados y multimedia, pero siempre creativos y útiles para hacer un parón en nuestro quehacer diario, en el trajín de la siempre agitada actividad académica, y tomar un soplo de aire fresco que nos recuerda lo esencial de la fe que compartimos.
Este curso, nos ha tocado a SAFA-ICET “romper el hielo” con el mini-retiro de Adviento, del que disfrutamos casi 50 personas, entre profesorado y monitores de los grupos ETAYS. El mini-retiro se realizó en forma de camino, al igual que el que emprendió María para ir a visitar a su prima Isabel, y lo comenzamos en el Salón de Actos del centro, donde dimos la bienvenida a los asistentes e introdujimos la reflexión de este tiempo de espera que es el Adviento con un vídeo sobre las esperas en la vida y la importancia de vivir intensamente cada momento en sí mismo y no como la antesala de algo mejor. A continuación, usamos un texto de la primera carta de Pablo a los Tesalonicenses como motivación a vivir intensamente el rato de oración que se abría ante nosotros y entramos ya en materia visualizando un vídeo en que se nos explicaba la “Oración de los cinco dedos” que hizo el Papa Francisco cuando era obispo en Argentina, en la que con cada dedo se simboliza un grupo humano para así rezar por: los más cercanos, los que enseñan, instruyen y curan, los líderes, los más débiles y finalmente por mí mismo.
 
Tras ello, seguimos el camino hacia las aulas, donde hubo un rato de reflexión por grupos en el que cada grupo se centró en uno de los dedos. Dimos gracias, pedimos luz, hicimos una reflexión personal y luego compartida, tuvimos tiempo para la esperanza, para acoger la reflexión de los otros y plasmar un eco de lo compartido en un dedo de gomaeva que se había repartido a cada grupo. Tras unos veinte minutos, nos dirigimos todos juntos a nuestra última parada, la capilla.
 
Aquí, comenzamos entrando en ambiente con una contemplación del evangelio de Lucas 1, 39-45, en la que nos sentimos con María dichosos por la fe. Tras cantar juntos la canción “Más allá”, comenzamos la puesta en común de los grupos, colocando el “dedo” que se nos asignó en una gran mano que presidía la capilla cuya palma era un corazón. Este momento fue sin duda el más rico, ya que se pusieron sobre el altar sentimientos a flor de piel, reflexiones emocionadas y comentarios que ponen de manifiesto que esta experiencia de los mini-retiros es una de las mejores formas para los colegios de hacer comunidad y sentirnos Iglesia y familia ignaciana. 
 
Acabamos con el vídeo de la canción “Donde el corazón” de Álvaro Fraile y, en la despedida, se entregó a cada asistente un pequeño recuerdo de la experiencia: un adorno navideño colgante en forma de corazón, hecho por nuestro alumnado de Infantil y con la frase “Más en las obras que en las palabras”. Para prolongar la convivencia, tuvimos un aperitivo en el comedor del centro, en el que seguimos charlando animadamente y compartiendo todo aquello que nos une. En definitiva, una experiencia, como siempre, reconfortante por la que dar “Sobre todo, gracias”.
 
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