Otro duro golpe en este complicado curso: el cáncer se llevó prematuramente a nuestro querido compañero Paco Cabrera el pasado sábado 17 de abril. Siempre recordaremos tu profesionalidad y buen hacer, tanto como tu gran personalidad y sentido del humor. Dejas un vacío muy difícil de llenar. Siempre estarás vivo en nuestros corazones, los de tus compañeros y los de tus innumerables alumnos, que te recuerdan con tanto cariño como el que ha desbordado nuestras redes sociales al conocer tu partida y como el demostrado el lunes al despedirse de ti en la capilla, dando un verdadero ejemplo de la extraordinaria calidad humana y profundidad de nuestro alumnado.
Te ofrecemos como pequeño homenaje el siguiente texto, escrito por tu compañero Víctor Espinar. Descansa en paz, Paco.
Pedro Casaldáliga, el obispo de los olvidados, dice: “Al final del camino me dirán: ¿has vivido?, ¿has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”.
Querido Paco:
Tu corazón está lleno de nombres y nuestro corazón tiene un lugar que es solo para ti.
Profesor, psicólogo, sexólogo, sindicalista, compositor, pianista, maestro, compañero y, sobre todo, amigo.
Infatigable lector, agudo conversador, curioso viajero, contemplador de atardeceres, amante de la buena mesa y degustador de nuevas recetas.
Tu capacidad de observación no tiene límites. Vas desde la más fina ironía hasta la sátira más mordaz. Siempre ingenioso, divertido, ocurrente y perspicaz. Apasionado de la música, que defines como tu expresión fundamental, y de tu querida Ronda.
Paco, no dejas tibio ni indiferente a nadie, ni siquiera a la propia vida, una vida vivida intensamente.
Tu corazón siempre conserva la inquietud de la búsqueda espiritual, del silencio, de la paz, de la quietud.
Dice San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.
Descansa en paz, Paco.
Descansa en la paz del Señor, que tampoco se ha cansado ni se cansa nunca de buscarte. Hasta siempre, querido Paco. Te queremos.